viernes, 16 de agosto de 2024

Identidad y orgullo normalista: El escudo institucional, un testimonio visual de la Escuela Normal de Educación Especial

Identidad y orgullo normalista: El escudo institucional, un testimonio visual de la Escuela Normal de Educación Especial Angel Christian López Hurtado Docente de la Escuela Normal de Educación Especial del Estado de México El escudo institucional como identidad gráfica de las Escuelas Normales es uno de los elementos que ha dado un sentido de pertenencia a la comunidad magisterial, siendo sostenida con orgullo por alumnos y maestros, quienes históricamente han hecho frente a los retos nacionales en el ámbito educativo, avanzando juntos en la construcción de la sociedad a la que aspiramos. En este sentido, el interés que guía al presente artículo deriva de la existencia de una rica representación identitaria expresada en el universo visual que contienen las Escuelas Normales en sus escudos institucionales, abriendo un mirador que rebasa al sentido superficial de adorno y pone en el centro la interpretación reconstructiva de su rico acervo visual como identidad gráfica que las distingue. Al respecto, el propósito del artículo es hacer una inmersión en la representación visual del escudo de la Escuela Normal de Educación Especial del Estado de México (ENEEEM), con la intención de extraer y contextualizar su contenido visual que condensa en sus imágenes, palabras y colores, a diversos valores, cualidades y saberes, unificados sobre una manera de ser y servir en el mundo. La representación visual de los escudos encuentra su orígen histórico en el interés por ejercer potestad y dominio sobre territorios y personas, utilizando escudos de armas representativos de una familia ó dinastía, como mecanismo de identificación y reconocimiento, los cuales podían llegar a modificarse a causa de herencias y alianzas. Con el paso del tiempo las entidades públicas y corporativas comenzaron a utilizarlos, ahora con la intención de plasmar una identidad gráfica sobre su misión y/o servicios. Esta tradición identitaria llega a la ENEEEM en 1995, de la mano de Miguel Ángel Tenorio Contreras, un alumno que diseñó con el ímpetu de su creatividad el escudo institucional, así como el lema “Aprender a integrar para servir”. A continuación, se explica y desarrolla el significado y simbolismo que aporta cada uno de los recursos visuales que conforman al escudo institucional.
El escudo de la ENEEEM está delimitado por un campo circular dentro del cual se plasman un conjunto imágenes, letras y colores: En la parte superior izquierda de la letra “N” se ubica una silueta que representa a las niñas, niños y adolescentes como titulares de derechos con capacidad de goce de los mismos, de conformidad a lo establecido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Al interior de la silueta se aprecia un contraste en negro y blanco que son usados para representar al ser humano en proceso de desarrollo físico, emocional, cognitivo y social, una cualidad que lo hace suceptible a la oportunidad de generar entornos favorables para su proceso de aprendizaje con un enfoque integral. Esta silueta cobra vida en el Juramento Normalista cuando exclama Al milagro maravilloso del mundo, al canto dramático del alma, la sorpresa eterna, la inocencia, la sonrisa y la gracia, la energía inquietante: ¡El niño!
Un segundo elemento gráfico es la cabeza ubicada en la parte inferior derecha de la letra “N”, donde se visualiza el cerebro para hacer referencia al desarrollo de la neurodiversidad cognitiva, emotiva y de control de actividades vitales, lo que representa el desafío para crear conciencia sobre la importancia de la diversidad neurocognitiva como parte de la prospera multiplicidad que tienen los alumnos para procesar la información y experimentar el mundo. Asumir esta perspectiva compromete a estudiantes y docentes normalistas a asumir el desafío de garantizar una experiencia educativa inclusiva y equitativa para todas las niñas, niños y adolescentes, construyendo entornos educativos donde se aprecie que la variabilidad natural en el funcionamiento cerebral y en las experiencias cognitivas son tan valiosas y necesarias como otras en cualquier área de la vida.
Un tercer elemento visual se encuentra saliendo de la cavidad oral, en la porción inferior de la cara, de la cual emana una vírgula, símbolo “de la cosmovisión mesoamericana, se utilizaba para representar la palabra (y, con ella, el habla y el pensamiento). Pueden verse vírgulas principalmente en códices, murales y sellos al menos desde el periodo Clásico temprano hasta el Posclásico de Mesoamérica, particularmente en la región que ahora se conoce como el centro de México”. (Huerta A. 2018). El uso de la vírgula, con absoluto respeto a los pueblos mesoamericanos, es ponderar en el escudo institucional al diálogo como herramienta pedagógica de encuentro entre personas convocadas en torno a la educación y al bienestar de la colectividad, pues docentes y estudiantes en tanto sujetos dialogantes, re-construyen, de-construyen y problematizan los conocimientos, prácticas y formas de entender el mundo, fundamentando su acción y construcción de saberes en el respeto a la diversidad humana.
El cuarto testimonio visual es una guirnalda que abraza al escudo institucional, signo de gloria y reconocimiento a quienes se forman en la Escuela Normal, cubriéndose de su sabiduría para ejercer con vocación la encomiable y noble tarea de educar. Esta señal de glorificación refuerza su sentido en el tejido que forma la guirnalda, recordándonos el camino construido de manera colectiva por quienes han unificado su vocación teniendo el privilegio de estudiar o enseñar en las aulas de la Escuela Normal. La guirnalda con su verdor expresa la vitalidad de las nuevas generaciones que comprometidos con su tiempo reconfiguran el mundo para dotarlo de un sentido de vida que encierra en sí mismo la posibilidad de cambio y transformación social.
En la base del escudo se encuentran unas manos que lo sostienen, como representación identitaria de la responsabilidad y el compromiso de la comunidad normalista para garantizar la inclusión de niñas, niños y adolescentes, principalmente quienes enfrentan condiciones de vulnerabilidad y mayores grados de marginación, discriminación y exclusión social. Una tarea que requiere del compromiso de todas y todos por una educación con justicia social. La visualidad de las manos simboliza la responsabilidad de los docentes como agentes de transformación social interesados en mejorar nuestro sistema educativo para que cualquier persona pueda participar sin barrera alguna, respondiendo a la diversidad de los estudiantes, incrementando su participación y reduciendo la exclusión en y desde la educación.
En el fondo del campo circular del escudo se ubica la letra “N”, en referencia a la Normal, cubierta en color azul real, que conforme a la tradición de la heráldica se utiliza para representar la lealtad. Una devoción necesaria para el cumplimiento del servicio educativo, tal como se declara cuatro veces en el Juramento Normalista como máxima garantía personal de su cumplimiento: Juro… ser motivo que transforme la vida inerte de mis hermanos, de las comunidades, abriendo la brecha que culmine en la justicia y la igualdad. Juro… Conservar la llama ardiente y eterna de la verdad, desafiando el odio, la violencia y la mentira: No manifestar miedo ni pena, ni frustración alguna; sonreír a pesar de todo; no desistir en mis más nobles propósitos de la sublime tarea de enseñar, apoteótica misión para la redención de la miseria humana. Juro… Unir la fuerza del arte, la ciencia y el deporte: Hacer del niño enigmático y tierno, un hombre de bien; mostrándole la visión cósmica de las cosas, la risa, el juego, el canto, el conocimiento, el trabajo, la alegría y la amistad. Juro… Mantenerme joven defendiendo mis ideales, indómito, infatigable y creativo. Porque ser maestro; es encontrarse el hombre, ante la responsabilidad del mismo hombre.
Finalmente, en la parte central del escudo se encuentra tres veces la letra “E”, en alusión a las palabras Escuela, Educación y Especial, destacando su color rojo vivo, también llamado gules por la tradición Heráldica para simbolizar la fortaleza, valor, osadía y victoria. Estos rasgos han distinguido históricamente la participación de las Escuelas Normales en la transformación del país ante los tiempos dificiles, tal como se exclama en nuestro Juramento Normalista: Vivo en tiempos difíciles, de hambre, de envidias intelectuales, de compulsiones caóticas, de hostilidades inaceptables, pero a la vez; en un mundo lleno de esperanza y de fe. Tengo ante mí, bastos caminos que recorrer, escabrosas montañas que escalar, piedras hermosas que pulir, barro nuevo que esculpir, la inalcanzable lucha en la era apocalíptica del hombre moderno. El compromiso magisterial manifestado en su juramento expresa la fortaleza, valor y osadía, cualidades necesarias para responder a tiempos difíciles y una compleja realidad que exige la iniciativa de docentes para dar lugar a proyectos pedagógicos alternativos que hagan frente a lógicas y esquemas de exclusión social que impactan en el rezago educativo, implicando una privación a sus derechos fundamentales.
Esta intención de difundir con un lenguaje accesible sin menoscabo de la profundidad simbólica que representa el escudo, pretende acercar a la comunidad educativa y sociedad en general a la identidad cultural colectiva del magisterio. En este caso, reconociendo que los escudos de las Escuelas Normales no son sólo un ornamento vistoso, sino una representación de la constitución de su ser. En este sentido, el artículo que compartimos desde la Escuela Normal de Educación Especial, es una invitación al diálogo, al encuentro e intercambio, desde el caleidoscopio de la identidad visual que contienen todas las Escuelas Normales, tejiendo una identidad magisterial que es necesario develar a la sociedad para que que se sumerjan en la riqueza de los testimonios visuales que contienen su historia, experiencias, modos y formas de entender y concebir al servicio educativo; pero sabemos que esta tarea solo se puede hacer en colectivo, en comunidad pues sólo así podríamos comenzar a tejer articulaciones con otras expresiones identitarias de la labor magisterial, por ello invitamos a continuar visibilizando y resignificando los testimonios visuales que son una ventana reveladora de una cultura viva en las escuelas formadoras de docentes. Bibliografía Huerta A. (2018) La simbolización de la comunicación en Mesoamérica y la Antigua Grecia. En WordPress.com https://alejandrocpys.wordpress.com

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